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Volviendo a la “Realidad”

Intentando sacar fuerzas de una nada me puse de nuevo en marcha esta vez ya sabiendo que camino escoger; me fui hacia la derecha simplemente por no volver hacia la izquierda.

Debía de ser bastante tarde aunque con todo lo que había pasado esa noche yo había perdido completamente la noción del tiempo.

Seguía andando hasta que pase por un tramo de calle bastante oscuro; alcé los ojos y vi que la luz de la farola estaba fundida. El tramo no era demasiado largo pero la oscuridad de la noche y la ausencia de luz lo hacían parecer bastante sombrío; según iba pasando por allí me empezaron los escalofríos.

Justo a mi paso a la derecha había un callejón totalmente a oscuras. De no haber sido por lo que oí cuando pasaba por él, no se me hubiera ocurrido detenerme.

     No se oían movimientos de gente dentro de él, pero precisamente el silencio que dominaba la calle hizo más audibles todos los sonidos de dentro. Me pareció oír un ruido; parecía así a simple oído como un maullar de un gato. Pero al sonar de nuevo creí escuchar una especie de grito ensordecido; era muy débil pero me temí lo peor. Pensé que alguien estaba siendo atacado o cualquier otra cosa, por eso acudí en su auxilio. El grito seguía aunque cada vez más acallado, más tenue aún así continué mi búsqueda. Iba avanzando lentamente por el callejón con bastante miedo y saqué el móvil del bolso por si tenía que avisar a la policía.

De repente el grito calló y me asusté así que salí corriendo hasta llegar a la primera esquina que encontré, y al doblarla vi alguien revolverse debajo de…algo o alguien. La persona que yacía debajo intentaba luchar pero su atacante parecía mas fuerte y más… así en la oscuridad me pareció bastante grande aunque tampoco lo podía asegurar.  

     Me quedé apoyada en la pared hasta que tuve valor suficiente para asomarme y mirar no por curiosidad sino por saber qué o quién estaba atacando a aquella persona. Saqué la cabeza despacio. Como todo estaba tan oscuro tardé unos segundos en acostumbrar mis ojos a la oscuridad..

Y cuando lo logré por fin pude descubrir quién era el que estaba atacando a aquella persona. “Ay”… un grito sordo se apagó en mi garganta cuando lo supe. Me llevé las manos a la boca cuando vi que el atacante era….Eric. Me volví a esconder todo lo rápido que me dio tiempo mi reacción de ver aquello. No me hizo falta ver más ni imaginarme ni nada porque sabía lo que estaba haciendo. No sabía que hacer, si salir a ayudar a esa persona, que me supuse era aquella chica con la que le vi salir del pub, o irme. Supe que por mucho que quisiera ayudarla mi ayuda de poco le iba a servir porque seguramente que ya estaba muerta. Solo de pensar en eso me revolví de escalofríos.

     En mi escondite, donde me creí a salvo, por un momento se me ocurrió pensar que quizá Eric me había visto o me había podido oír pero tampoco se me ocurrió averiguar si me habría oído o no. Estaba tan aterrada que mi mente se me quedó completamente en blanco. Se me quedó vacía de todo menos de miedo y precisamente fue este el que me mantuvo a salvo de pensamientos; esos pensamientos en los que mi vampiro, ese ser al que tanto amaba, estaba atacando a su presa como un depredador y luego alimentándose de ella.

     A mis oídos llegaban delatores los sonidos provenientes de Eric succionando la sangre de aquella joven. Me tapé los oídos pero me asusté al no escuchar nada así que me los destapé, y entonces ya no se oía ningún ruido. Me asomé por fuera y descubrí que ya no había nadie; ni Eric ni su víctima. Me quedé un segundo pensando que hacer ya que del miedo que aún tenía, a pesar de no encontrarse ya Eric, no lograba concentrarme. Me apoyé de nuevo en la pared y sin despegarme de ella intenté salir del callejón. Iba muy despacio porque encima no me respondían ni los pies ni las piernas. Me pareció tardar una eternidad en salir de allí y cuando por fin lo logré y me vi en la calle principal salí corriendo todo lo rápido que pude.

     En mi camino tuve la suerte de encontrarme con un taxi; le paré y me subí. Ya dentro de él me dio la paranoia y me dio por pensar que aquél pobre hombre podría ser un vampiro. El hombre me preguntó dónde quería ir y como yo no le contestaba se me quedó mirando mientras volvió a preguntarme:

- ¿Dónde vamos señorita? - dijo -. ¿Señorita?

     Yo permanecía callada mirando hacia ningún sitio e intentando quitarme de encima ese pensamiento de creer estar viendo vampiros por todos sitios. De nuevo oí:

-              ¿Señorita se encuentra bien? -  me inquirió de nuevo el taxista.

Yo me le quedé mirando como inerte hasta que logré murmurar:

-              Sí – dije sin demasiada fuerza.

-              Y bien, ¿dónde quiere que la lleve? – preguntó de nuevo el hombre.

-              Al un hotel – dije todavía con un murmullo.

-              ¿A cuál señorita? – preguntó ya un poco como con cierta impaciencia.

-              Pues no sé – dije intentando recordar algún hotel de la ciudad -. Lléveme a alguno que usted conozca.

-              Yo conozco muchos, señorita. El Ritz, el Palace – dijo enumerando algunos -, el Tryp Victoria…

-              El Tryp Victoria – dije muy decidida porque ese hotel sí lo conocía yo.

-              El Tryp Victoria – repitió él y se puso en marcha.

      Me decidí por ese hotel porque ya lo conocía desde hacía tiempo además la zona en la que estaba situado, la plaza de Santa Ana también, y encima me la conocía al dedillo; o sea que en caso de peligro si tenía que salir huyendo (y en caso de tener esa posibilidad) sabría hacia dónde tendría que tirar y callejear también. El trayecto fue silencioso lo cual agradecí bastante teniendo en cuenta lo que acababa de vivir. La radio sonaba de fondo; tenía puesto un noticiero y en ese momento dieron la hora. Me pareció oír las 3 de la mañana y de repente me sorprendí al hacer cuentas de lo tarde que era y de todo lo que había pasado esa noche. Intentar unir todos esos acontecimientos en una sola noche me pareció imposible aunque según iba recordándolos todos finalmente me di cuenta que no me equivocaba...

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  • : Redundando por los recovecos de mi mente, buscando el origen de mi destino… Me sumerjo en la intimidad de mi pasado. La lejanía de mi ayer se me presenta fácil de desgranar. Y los recuerdos fluyen ansiosos por salir… En un paréntesis fijo mis ojos en mis dedos. Entre ellos corretea aquél viejo anillo. Me sumerjo en sus ondulaciones. El destino… Recuerdo en voz alta al coger de nuevo el hilo de mi pasado…
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